Por Nelva Morando
¿Dónde está el niño que yo fui,
sigue adentro de mí o se fue?
(Pablo Neruda. El libro de las preguntas.
Buenos Aires, Losada, 1974)
Juan valora mucho los regalos de sus
seres queridos. Más allá de su valor material, cada uno de ellos manifiesta el
cariño que tienen por él familiares y amigos. De todos, Juan siente particular
adoración por el auto que le regaló su abuelo al cumplir cinco años, su último
obsequio antes de morir al año siguiente. Su especial preocupación por
cuidarlo, es una forma de homenajear a su abuelo a quien tanto quería. A pesar
de ese cuidado, la historia de su autito fue bastante tortuosa; una vez su
primo José le quitó las ruedas y vaya saber dónde las dejó; hubo que
conseguirle ruedas nuevas. Su hermanita Josefina le destruyó la carrocería, no
hubo forma de pegarla y tuvo que ponerle la de otro auto; y hasta le cambió el
aparato de fricción cuando se falseó.
“Del autito original ya no queda
nada, y si no queda nada ¿sigue siendo el mismo?”, pensó Juan.
A Juan se le ocurrió pensar que lo
que pasaba con el autito de su infancia era parecido a lo que ocurre con
nosotros. “Yo no soy el mismo que cuando nací”, se dijo, “mi cuerpo cambió
mucho, crecí, aprendí cosas en casa, en la escuela, con mis amigos. Mi carácter
también es diferente. ¿Qué tiene en común este Juan de ahora, con el que gateaba,
el que iba al jardín de infantes, el que se divertía tirándole maní a los
monos? ¿Yo soy todos esos Juanes juntos? ¿Quién soy yo?”
Después de cenar le hizo esa
pregunta a sus padres, a lo que su mamá contestó:
-
Juan,
sos hijo de Eduardo y mío, hermano de Josefina, primo de José y de Dani,
jugador de basquet del club del barrio ¼
-
Creo
que no me entendiste. Alguno de los ejemplos que me das me igualan a otras
personas, y lo que quiero saber es quién soy yo, yo sólo.
-
Bueno,
en la identidad personal se conjugan las diferencias y semejanzas –dijo el
padre- pero si lo que te preocupa es diferenciarte de los demás, sería
conveniente que habláramos del proceso de diferenciación que vamos haciendo
desde bebés hasta formar nuestra personalidad al final de la adolescencia. El
bebé siente que es uno con su mamá y le cuesta separarse, diferenciarse de
ella. Cuando logra tener movimientos independientes y comienza a explorar las
cosas que lo rodean, se da cuenta de los límites de su propio cuerpo y nace
tímidamente una cierta idea de “yo” como
alguien diferente. Si observaste a tu primo Dani que tiene dos años, habrás
notado que cuando se refiere a él mismo, dice “el nene quiere” en lugar de “yo
quiero”.
-
Ah sí!, eso es porque todavía no sabe hablar bien y no conjuga los
verbos.
-
No los conjuga como decís, porque no tiene una idea formada, terminada de
su “yo”. No te olvides que el lenguaje refleja nuestros pensamientos.
-
¿Y cuando aparece el “yo”?
-
Vas a ver que dentro de unos meses, cuando Dani tenga tres años, tres
años y pico¼, va a decir “yo quiero” en vez de “el nene
quiere”. Entonces será el tiempo en que Dani habrá elaborado la idea de que es
un “yo”, una personita diferente a los otros. Este yo chiquitito se va a
fortificar a medida que Dani crezca y vaya ganando independencia en sus actos y
en sus pensamientos. Digamos que es en la adolescencia -la etapa a la que te
estás asomando- cuando se completa la construcción del “yo”, de la
personalidad.
-
La señorita Lorena nos dijo que estamos en la pubertad.
-
Claro, la pubertad es la puerta de la adolescencia. En esa etapa que
tenés tan próxima vas a ir alejándote de nosotros aunque sigas viviendo aquí.
Quiero decir que vas a tener nuevas responsabilidades, vas a vivir situaciones
en las que tendrás que arreglártelas solo.
-
¿Cómo cuáles?
-
Por ejemplo elegir una chica con quien salir, o cuando te enamores
llevar adelante la relación; o tener un trabajo¼ mamá y yo podremos apoyarte pero la
situaciones que vivas serán muy tuyas. También va a preocuparte tu imagen,
tendrás que acostumbrarte a un cuerpo tuyo que va tomando forma de adulto. Ya
te está preocupando el bigote¼
-
Sí, es cierto, y no me gusta nada.
-
Además vas a tener en cuenta la opinión de tus amigos, desde la
vestimenta hasta la forma de hablar y de actuar. Y en este tratar de parecerte
cada vez más a los chicos de tu edad, vas a empezar a buscar un modelo de
adulto. “¿Cómo quién quiero ser?”, vas a preguntarte todos los días. Y con los
pedacitos que vayas eligiendo de otros empezarás a construir tu “ser vos
mismo”, tu yo, tu personalidad. En este sentido es que somos diferentes y
semejantes a los demás.
-
Entiendo
-dice Cristina- la imagen de uno mismo se forma en un contexto social y
cultural, a partir de las opiniones que los demás tienen de uno y comparándonos
con quienes nos rodean.
Además lo que uno es, en un sentido
se construye como vimos en el relato, y en otro se descubre. Hay aspectos de
nuestra personalidad que desconocemos hasta que alguna circunstancia lo pone de
manifiesto. Podemos descubrirnos en lo que pensamos, en lo que sentimos, en las
intenciones, en las acciones. A veces nos sentimos orgullosos porque afrontamos
una situación con valentía o tuvimos un gesto solidario, y decimos “me creía un
cobarde” o “pensaba que era más egoísta”. Otras veces como te pasó a vos con
Pedro, nos vemos reaccionando con violencia o sentimos cosas que no
imaginábamos. En definitiva, Juan, llegar a ser uno mismo se logra a través de
las relaciones con los demás y de nuestras propias capacidades.Somos según
nuestra propia historia personal, esa que vamos construyendo y descubriendo al
mismo tiempo.
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