lunes, 13 de marzo de 2017

La preocupación por el yo


Por Nelva Morando

¿Dónde está el niño que yo fui,
sigue adentro de mí o se fue?
(Pablo Neruda. El libro de las preguntas.
Buenos Aires, Losada, 1974)


                                                                                                                                                                              

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Juan valora mucho los regalos de sus seres queridos. Más allá de su valor material, cada uno de ellos manifiesta el cariño que tienen por él familiares y amigos. De todos, Juan siente particular adoración por el auto que le regaló su abuelo al cumplir cinco años, su último obsequio antes de morir al año siguiente. Su especial preocupación por cuidarlo, es una forma de homenajear a su abuelo a quien tanto quería. A pesar de ese cuidado, la historia de su autito fue bastante tortuosa; una vez su primo José le quitó las ruedas y vaya saber dónde las dejó; hubo que conseguirle ruedas nuevas. Su hermanita Josefina le destruyó la carrocería, no hubo forma de pegarla y tuvo que ponerle la de otro auto; y hasta le cambió el aparato de fricción cuando se falseó.
“Del autito original ya no queda nada, y si no queda nada ¿sigue siendo el mismo?”, pensó Juan.

A Juan se le ocurrió pensar que lo que pasaba con el autito de su infancia era parecido a lo que ocurre con nosotros. “Yo no soy el mismo que cuando nací”, se dijo, “mi cuerpo cambió mucho, crecí, aprendí cosas en casa, en la escuela, con mis amigos. Mi carácter también es diferente. ¿Qué tiene en común este Juan de ahora, con el que gateaba, el que iba al jardín de infantes, el que se divertía tirándole maní a los monos? ¿Yo soy todos esos Juanes juntos? ¿Quién soy yo?”

Después de cenar le hizo esa pregunta a sus padres, a lo que su mamá contestó:

-          Juan, sos hijo de Eduardo y mío, hermano de Josefina, primo de José y de Dani, jugador de basquet del club del barrio ¼
-          Creo que no me entendiste. Alguno de los ejemplos que me das me igualan a otras personas, y lo que quiero saber es quién soy yo, yo sólo.
-          Bueno, en la identidad personal se conjugan las diferencias y semejanzas –dijo el padre- pero si lo que te preocupa es diferenciarte de los demás, sería conveniente que habláramos del proceso de diferenciación que vamos haciendo desde bebés hasta formar nuestra personalidad al final de la adolescencia. El bebé siente que es uno con su mamá y le cuesta separarse, diferenciarse de ella. Cuando logra tener movimientos independientes y comienza a explorar las cosas que lo rodean, se da cuenta de los límites de su propio cuerpo y nace tímidamente una cierta idea de  “yo” como alguien diferente. Si observaste a tu primo Dani que tiene dos años, habrás notado que cuando se refiere a él mismo, dice “el nene quiere” en lugar de “yo quiero”.
-    Ah sí!, eso es porque todavía no sabe hablar bien y no conjuga los verbos.
-    No los conjuga como decís, porque no tiene una idea formada, terminada de su “yo”. No te olvides que el lenguaje refleja nuestros pensamientos.
-    ¿Y cuando aparece el “yo”?
-    Vas a ver que dentro de unos meses, cuando Dani tenga tres años, tres años y pico¼, va a decir “yo quiero” en vez de “el nene quiere”. Entonces será el tiempo en que Dani habrá elaborado la idea de que es un “yo”, una personita diferente a los otros. Este yo chiquitito se va a fortificar a medida que Dani crezca y vaya ganando independencia en sus actos y en sus pensamientos. Digamos que es en la adolescencia -la etapa a la que te estás asomando- cuando se completa la construcción del “yo”, de la personalidad.
-    La señorita Lorena nos dijo que estamos en la pubertad.
-    Claro, la pubertad es la puerta de la adolescencia. En esa etapa que tenés tan próxima vas a ir alejándote de nosotros aunque sigas viviendo aquí. Quiero decir que vas a tener nuevas responsabilidades, vas a vivir situaciones en las que tendrás que arreglártelas solo.
-    ¿Cómo cuáles?
-   Por ejemplo elegir una chica con quien salir, o cuando te enamores llevar adelante la relación; o tener un trabajo¼ mamá y yo podremos apoyarte pero la situaciones que vivas serán muy tuyas. También va a preocuparte tu imagen, tendrás que acostumbrarte a un cuerpo tuyo que va tomando forma de adulto. Ya te está preocupando el bigote¼
-    Sí, es cierto, y no me gusta nada.
-    Además vas a tener en cuenta la opinión de tus amigos, desde la vestimenta hasta la forma de hablar y de actuar. Y en este tratar de parecerte cada vez más a los chicos de tu edad, vas a empezar a buscar un modelo de adulto. “¿Cómo quién quiero ser?”, vas a preguntarte todos los días. Y con los pedacitos que vayas eligiendo de otros empezarás a construir tu “ser vos mismo”, tu yo, tu personalidad. En este sentido es que somos diferentes y semejantes a los demás.
-          Entiendo -dice Cristina- la imagen de uno mismo se forma en un contexto social y cultural, a partir de las opiniones que los demás tienen de uno y comparándonos con quienes nos rodean.


Además lo que uno es, en un sentido se construye como vimos en el relato, y en otro se descubre. Hay aspectos de nuestra personalidad que desconocemos hasta que alguna circunstancia lo pone de manifiesto. Podemos descubrirnos en lo que pensamos, en lo que sentimos, en las intenciones, en las acciones. A veces nos sentimos orgullosos porque afrontamos una situación con valentía o tuvimos un gesto solidario, y decimos “me creía un cobarde” o “pensaba que era más egoísta”. Otras veces como te pasó a vos con Pedro, nos vemos reaccionando con violencia o sentimos cosas que no imaginábamos. En definitiva, Juan, llegar a ser uno mismo se logra a través de las relaciones con los demás y de nuestras propias capacidades.Somos según nuestra propia historia personal, esa que vamos construyendo y descubriendo al mismo tiempo.

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